El 28 de abril de 2025, un apagón masivo azotó España, Portugal y partes de Francia, interrumpiendo la vida en toda la Península Ibérica. El apagón comenzó a las 12:33 CEST y provocó la pérdida repentina de 15 gigavatios de electricidad, lo que provocó fallas en cascada en las redes interconectadas. Si bien la energía se restableció en la mayoría de las áreas en 10 horas, algunas regiones permanecieron inactivas durante casi 22 horas, con una recuperación total en España a las 11:00 CEST del 29 de abril. La red de Portugal también se estabilizó a primera hora del día siguiente utilizando energía hidroeléctrica, turbinas de gas e importaciones de emergencia de Marruecos y Francia.
A pesar de que los registros iniciales llevaron a Red Eléctrica y REN a descartar la probabilidad de un ciberataque a la red eléctrica, uno debe preguntarse qué tan concluyentes son realmente estos hallazgos. La manipulación digital conoce pocos límites, y el escepticismo sigue estando justificado. La ciberseguridad para las redes eléctricas nunca ha sido más crucial.
Los expertos creen que incluso si este incidente no fue un ataque, dice mucho sobre las crecientes amenazas cibernéticas a la infraestructura. Las redes modernas dependen en gran medida de los sistemas digitalizados, lo que las hace más vulnerables a los hackers. Un único punto de falla; ya sea por malware o datos manipulados puede desencadenar interrupciones en todo el país.
Y no es solo la infraestructura crítica la que está en riesgo. En mayo de 2025, Coinbase Global, la principal plataforma estadounidense de intercambio de criptomonedas, experimentó una filtración masiva de datos con ayuda interna que involucró a más de 69.000 clientes. Algunos agentes de soporte en el extranjero fueron sobornados para compartir datos internos confidenciales, que incluían identificadores personales, imágenes de documentos de identidad y saldos de cuentas. Si bien las contraseñas y las claves privadas permanecieron seguras, los datos filtrados expusieron a los usuarios a graves amenazas de phishing, estafas de suplantación de identidad e incluso posibles riesgos de seguridad física. Los hackers incluso exigieron un rescate de 20 millones de dólares.
Esta filtración no fue causada por malware, sino por personal interno. Muestra cómo se puede explotar el acceso confiable con efectos devastadores. Si puede suceder en un entorno altamente regulado y consciente de la seguridad como una plataforma de intercambio de criptomonedas, el sector energético debe preguntarse: ¿estamos realmente preparados para una filtración similar?
Este no es un miedo lejano. En Ucrania, el 23 de diciembre de 2015, los hackers utilizaron un malware conocido como BlackEnergy 3 para tomar el control de los sistemas SCADA (Control de Supervisión y Adquisición de Datos), cortando la energía a más de 230.000 personas. Ese ataque, atribuido al grupo ruso "Sandworm", fue el primer ciberataque confirmado a una red eléctrica y cambió la forma en que el mundo ve la seguridad del sistema SCADA y la prevención de ciberataques a la infraestructura nacional.
Estos ataques suelen comenzar con phishing o archivos infectados, lo que da a los atacantes acceso a las redes corporativas. A partir de ahí, pasan a los sistemas de tecnología operativa, donde pueden desactivar subestaciones, interrumpir las comunicaciones y destruir las herramientas de recuperación.
Los ciberataques no siempre comienzan con infracciones externas. La filtración de datos de Coinbase es un ejemplo perfecto. Los atacantes no necesitaban malware ni infiltración en la red. En cambio, sobornaron al personal que tenía acceso legítimo a los sistemas internos. Durante meses, desviaron silenciosamente información confidencial que podría facilitar robos de identidad, estafas y extorsión.
Este mismo escenario, aplicado a la infraestructura crítica, podría resultar en sistemas de control manipulados, detección tardía de incidentes o incluso la imposibilidad de recuperación. Es un recordatorio aleccionador de que proteger la infraestructura crítica no se trata solo de firewalls y detección de malware, se trata de controlar el acceso, cifrar datos y monitorear el comportamiento humano.
Para combatir tales amenazas, el cifrado para las empresas es crucial. Garantiza que los datos confidenciales y los comandos del sistema permanezcan seguros, incluso si las redes se ven comprometidas. El cifrado bloquea el acceso no autorizado y la manipulación, formando una capa crítica de defensa. También verifica la autenticidad de los mensajes de control, evitando que los hackers inyecten comandos maliciosos. Además, la seguridad de los archivos cifrados, los registros y las copias de seguridad ayudan a garantizar que los sistemas se puedan restaurar de forma segura sin mayores problemas.
Para las organizaciones del sector energético, invertir en soluciones de ciberseguridad para el sector energético y en sólidas medidas de protección de datos empresariales ya no es opcional, es esencial.